domingo, 2 de mayo de 2010

LA MANDRAGORA


Planta que nace a los pies de los ahorcados, se alimenta del semen y la orina que cae de los cuerpos sin vida ya que al morir la bolsa seminal deja de hacer presion y deja escapar los liquidos que contiene. “Es la planta a la que, por crecer al pie de los patíbulos y por alimentarse del semen de los ajusticiados, se le atribuían antiguamente propiedades afrodisíacas y poderes mágicos de dominación política en la lucha por el poder…”


La mítica mandrágora es una planta que crece (ahora muy raramente) en lugares rocosos y abandonados que generalmente se inundan durante el otoño. Está emparentada con el tomate y la batata, produce un fruto hediondo, y contiene los alcaloides hiosciamina, escopolamina, atropina y mandragorina, cuyos efectos son sedativos y antiespasmódicos, y al parecer, afrodisíacos (…)

Por eso, y también por la forma de su raíz que se asemeja extraordinariamente a la figura de un hombre, en la antigüedad se le atribuyeron a la mandrágora propiedades mágicas y curativas de la esterilidad humana y la impotencia sexual. En la Biblia (Antiguo Testamento, Génesis 30) se relata que la estéril Raquel, una de las esposas de Jacob, concibió y dio a luz a sus célebres hijos José —el que fue vendido por sus hermanos y fue primer ministro en Egipto— y Benjamín, sólo después de que comió la mandrágora.

Según una leyenda, la mandrágora crecía al pie del Árbol de la Vida, en el Paraíso Terrenal, y tenía virtudes mágicas porque era el producto vivo del que nacieron Adán y la humanidad, los animales y las plantas.




En la mitología griega (La Odisea), Circe preparaba sus pócimas a base de la mandrágora. Pero también médicos científicos como Hipócrates (460-370 antes de Cristo) la estudiaron y aprovecharon sus propiedades medicinales.
Durante la Edad Media temprana, la mandrágora se usaba como medicina, se aplicaba como cataplasma y se tomaba en consomé (caldo), y a los enfermos se les hacía sostener la raíz en alto, con la mano derecha
Por la ignorancia imperante en la Edad Media se consideró que la mandrágora era una planta diabólica. Se decía que en ella se refugiaban las almas de los desesperados y que quien la poseía podía escapar a los atentados, tener poderes especiales e inclusive volverse invisible. Igualmente se creía que la planta nacía al pie de los patíbulos y se alimentaba con las orinas y el semen de los ahorcados, y de allí sus supuestas propiedades eróticas.
A Juana de Arco (1412-1431), la Doncella de Orleáns, quien fue quemada en la hoguera por bruja pero ahora es la santa patrona de Francia, sus verdugos la acusaron de llevar oculta entre las ropas una raíz de mandrágora, de la que obtenía su poder de adivinación y su don de mando, y producía las voces extrañas que la virgen mártir escuchaba y atribuía a Dios. Y en el Renacimiento, Maquiavelo, a quien citó el doctor León Núñez en su último artículo, recomendó en “La Mandrágora” que las mujeres estériles consumieran dicha raíz para poder concebir.

La mandrágora


Aunque la mandrágora no sea precisamente una planta saludable, la incluimos por tratarse de la planta que más se ha empleado en la magia de todos los tiempos, ya que contiene sustancias que según se utilicen pueden ser venenos o medicinas.

Apenas existe misterio en la actualidad, porque apenas existen mandrágoras cuyas raíces tengan la forma clásica de la mandrágora legendaria. Es una forma que recuerda un cuerpo humano. Y a esta raíz prodigiosa se le atribuían todo tipo de virtudes. Y se ha vendido a precios muy elevados como afrodisíaco garantizado. De lo que no se tiene noticia es de los resultados.

La mandrágora pertenece a la familia de las solanáceas y sus raíces han sido usadas durante la historia en rituales mágicos por su parecido a una figura humana menuda.

Su raíz es gruesa, larga, generalmente dividida en dos o tres ramificaciones de color blancuzco que se extienden por el suelo. El tallo es de color verde oscuro, las hojas anchas y con una superficie rugosa, y tienen el mismo color del tallo. Las flores salen del centro, y son de color blanco violáceo. La planta alcanza una altura de unos 30 centímetros y suele encontrarse en bosques sombríos, a la orilla de ríos y arroyos donde la luz del sol no penetra. El fruto sale en otoño, tiene color amarillo o naranja de aspecto similar a una manzana pequeña y exhala un olor fétido.

El principio activo de la mandrágora es la atropina, aunque también contiene cantidades menores de escopolamina y su ingesta puede producir alucinaciones.

La droga etpósido se obtiene de la raíz de esta planta.

Aunque no hay investigaciones, es poco probable que la mandrágora genere adicción física o psicológica.

La literatura reporta casos en los que varias personas fueron estafadas con plantas similares cuyas raíces se cortaban de una forma parecida a la de la mandrágora para hacerlas pasar por ésta.

La palabra mandrágora es de origen griego y quiere decir M"dañino para el ganado".

Era usada tanto en magia negra como en magia blanca, ya que es venenosa y curativa al mismo tiempo, según el uso.

Cuando juzgaron a Juana de Arco, la acusaron de usar la planta porque pensaban que ese era el origen de que oyera voces. En la Biblia, Raquel que era estéril fue madre gracias a una infusión de mandrágora.

Aunque difícil, el cultivo de la mandrágora es legal y puede comerciarse libremente.

Químicamente, está formada por alcaloides, tales como atropina y escopolamina. Se usaba como anestésico, ya que estas sustancias merman los impulsos nerviosos. En grandes dosis puede ser usada como estimulante, y en cierta cantidad es incluso venenosa.

Administrada en forma oral, como contiene principalmente atropina, se comporta de manera similar a la belladona.

En la medicina antigua las hojas de mandrágora hervidas en leche se aplicaban a las úlceras; la raíz fresca se usaba como purgante; y macerada y mezclada con alcohol se administraba oralmente para producir sueño o analgesia en dolores reumáticos, ataques convulsivos e incluso de melancolía.

En tiempos de Plinio se empleaba como anestésico dándole al paciente un pedazo de raíz para que la comiera antes de realizar una operación.

No existen registros de dosificaciones exactas. Únicamente hay menciones en el sentido de que su uso en pequeñas cantidades era seguro, mientras que en dosis mayores provocaba delirios y locura o muerte por intoxicación.

En su Herbarium, Apuleius prescribe "para la idiotez, que es enfermedad del diablo o posesión demoníaca, tomar del cuerpo de la planta llamada mandrágora el peso de tres peniques, administrarla para beber en agua caliente... el enfermo pronto se curará."

Según comenta el Dr. Krumm-Heller, experto esoterista, la mayor parte de los procesos de Inquisición tuvieron como cuerpo del delito manipulaciones con mandrágora y cuenta que para la iglesia católica medieval, "el Arzobispo Eberhaard murió en el año 1066 debido a un maleficio hecho con esta hierba, y sobre su tumba hay una lápida que hasta hoy mismo es admirada por los turistas donde se relata este hecho".

Este autor dice que los magos-médicos se ocupan de esta planta "para extraerle la parte de Dios que cura enfermedades", mientras que los brujos la usan "para hacer el mal".

Parece que lo único que tiene de veras aprovechable la mandrágora es su leyenda. Desde muy antiguo se han atribuido virtudes y hechizos a estas raíces en forma de cuerpos humanos, procedan de donde procedan. Se ha dicho que son los mejores amuletos para tener la suerte de cara en empresas sentimentales y de negocios.

En fin, que poseer una mandrágora es tener resueltos todos los problemas. Y es natural que si un herborista, o un mago, posee alguna, no la venda si no se la pagan bien.

La Mandrágora officinarum o Atropa mandrágora es notable por la influencia que ejerció en Europa durante el medioevo. Los campesinos de aquellos tiempos le tenían horror porque creían que poseía ciertas características humanas. En los textos de magia se habla de ella con verdadero culto. Contribuyeron mucho a la celebridad de esta planta los charlatanes que vendían su raíz en altísimos precios, gracias a las cualidades que le atribuían y a las que el vulgo daba completo crédito.

En vista de que su raíz suele bifurcase, eso ha hecho que a la mandrágora se le compare con un cuerpo humano. Un médico francés llamado Laurent Catelan aseguraba que la mandrágora procede del esperma de un hombre, preferentemente de hombres colgados de la horca o aplastados por las ruedas.

Ha sido protagonista de muchas leyendas y rituales. Los brujos hacían con ella algo similar a una figura humana, tallaban una figura en sus raíces presionando a cierta altura para formar un supuesto cuello, y cortando todas las bifurcaciones excepto cuatro, que serían las extremidades, y las adoraban como a dioses y era utilizada por las brujas para sus rituales y ungüentos.

Ritos para cortar la mandrágora

Supuestamente, el destino del poseedor de una mandrágora se vería dichosamente influido por ella, pero su extracción se consideraba altamente peligrosa. Se creía que cuando la arrancaban del suelo, el hombrecillo encerrado en ella despedía ayes lastimeros y agudos gemidos. Era menester cogerla observando ritos particulares, y solamente en determinadas condiciones disfrutaba de todas sus propiedades. Se aconsejaba trazar tres círculos con una espada en torno a la planta y arrancarla mirando al Oriente.

Se supone que los gemidos que emitía la planta eran capaces de matar a quien los escuchara, por lo que en la Edad Media, el procedimiento para arrancarla y salvar la vida era el siguiente: Se cavaba hondo alrededor de la raíz hasta ponerla al descubierto. Mientras no se intentara arrancarla no había peligro. Ataban a un perro hambriento al cuello de la raíz, ponían fuera de su alcance un pedazo de carne y se alejaban a todo correr. Cuando el perro, tirando de la cuerda, arrancaba la mandrágora, él era quien oía el grito que daba la muerte. Dado el poder hechicero de la mandrágora, valía la pena sacrificar al perro.

La leyenda asegura que todas las raíces de mandrágora se transforman en hombrecitos de verdad, como pequeños duendes, y que se dedican a favorecer al dueño de la planta.

No asegura la leyenda que todas las raíces de mandrágora tengan forma humana. Que la tienen algunas, sí. Y que éstas son las verdaderas plantas hechiceras.

En la medicina antigua las hojas de mandrágora hervidas en leche se aplicaban a las úlceras; la raíz fresca se usaba como purgante; y macerada y mezclada con alcohol se administraba oralmente para producir sueño o analgesia en dolores reumáticos, ataques convulsivos e incluso de melancolía.



No existen registros de dosificaciones exactas. Únicamente hay menciones en el sentido de que su uso en pequeñas cantidades era seguro, mientras que en dosis mayores provocaba delirios y locura o muerte por intoxicación.

1 comentario:

  1. Muy interesante, si tenemos en cuenta el precepto "Así como es arriba, es abajo" no es descabellado pensar en conexiones útiles y esotéricas entre esta planta y el humano.

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